En los próximos días visitaré de nuevo la Catedral de Santiago de Compostela, pero en esta ocasión después de haber recorrido más de 150 kms a pie desde O Cebreiro. Una vez allí iré al Pórtico de la Gloria y como manda la tradición golpearé mi cabeza tres veces con la figura del Maestro Mateo para que me traspase algo de su sabiduría. Cuenta la leyenda que le arrancaron los ojos para que jamás pudiese construir nada igual y que fue castigado por su soberbia a permanecer eternamente de espaldas a su obra, privado del deleite de su contemplación. A muchos de los arquitectos actuales habría que castigarlos a permanecer frente a su obra y contemplarla eternamente. Nos volvemos a ver en Septiembre con nuevos temas.
28 jul 2005
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